Logra una reducción significativa del volumen gástrico, lo que permite al paciente sentirse satisfecho con cantidades mucho menores de comida. Esta modificación no solo favorece la saciedad temprana, sino que también actúa directamente sobre el control del apetito, reduciendo los impulsos por comer en exceso. Como resultado, la pérdida de peso se mantiene de forma gradual y constante, siempre que se acompañe de buenos hábitos alimenticios y seguimiento médico.